20/11/2024 por Sergio Hernández Ortiz 0 Comentarios
El Duelo: Entenderlo y Afrontarlo
El duelo es un proceso natural de adaptación ante la pérdida de un ser querido, una experiencia profundamente humana que afecta emocional, psicológica y físicamente a quienes lo enfrentan. En este artículo, exploraremos qué es el duelo, la diferencia entre duelo normal y patológico, y cómo podemos enfrentar este proceso de manera activa, según las perspectivas de Parkes, Neimeyer y Worden.
El duelo es un proceso natural de adaptación ante la pérdida de un ser querido, una experiencia profundamente humana que afecta emocional, psicológica y físicamente a quienes lo enfrentan. En este artículo, exploraremos qué es el duelo, la diferencia entre duelo normal y patológico, y cómo podemos enfrentar este proceso de manera activa, según las perspectivas de Parkes, Neimeyer y Worden
¿Qué es el duelo?
El duelo se entiende como un proceso de adaptación o supervivencia emocional ante la pérdida de una persona significativa. Implica reorganizar nuestra vida en ausencia de quien hemos perdido, un desafío que puede ser enormemente doloroso y transformador.
Duelo normal vs. duelo patológico
- Duelo normal: Es un proceso esperado, aunque doloroso, que conlleva diversas emociones como tristeza, enfado, culpa, o incluso alivio. Este tipo de duelo permite que, con el tiempo y tras un proceso personal, la persona integre la pérdida en su vida.
- Duelo patológico: Ocurre cuando el proceso de duelo se complica, ya sea por su forma, intensidad, duración o por la incapacidad de la persona para adaptarse. Esto puede manifestarse en una tristeza prolongada, dificultad para funcionar en la vida diaria, o síntomas físicos y psicológicos persistentes. Este tipo de duelo suele requerir ayuda profesional.
Principios para evitar que el duelo derive en un duelo complicado o patológico
Siguiendo a Worden, existen principios clave que pueden facilitar la resolución del duelo:
1. Hacer real la pérdida
Es importante que la persona en duelo pueda hablar sobre la pérdida y relatar lo sucedido, como el momento de la muerte, el funeral o los últimos días de la persona fallecida. Este proceso ayuda a adquirir mayor conciencia de lo ocurrido y a enfrentar la realidad de la pérdida.
2. Identificar y expresar sentimientos
El duelo implica una amplia gama de emociones, muchas de las cuales pueden ser difíciles de reconocer o expresar. No basta con expresar sentimientos; hay que ayudar a identificar el significado de estas emociones para avanzar en el proceso. Entre ellas:
- El enfado: Proviene de la frustración o impotencia ante la pérdida. A menudo se dirige hacia el fallecido, otras personas o incluso hacia uno mismo. Si no se expresa, puede transformarse en culpa o, en casos extremos, en ideación suicida.
- La culpa: Puede surgir por no haber hecho "lo suficiente" o por experimentar alivio tras la pérdida de un ser querido que sufría una enfermedad prolongada. Confrontar la culpa irracional con la realidad suele ser más sencillo que trabajar con una culpa real, que requiere más tiempo y apoyo.
- La ansiedad e impotencia: Derivan de la percepción de una vida sin el fallecido y de la toma de conciencia de nuestra propia mortalidad.
- La tristeza: Es importante permitir y estimular el llanto si la persona en duelo lo necesita, especialmente en compañía.
3. Vivir sin el fallecido
Implica adaptarse a una nueva vida sin la persona perdida. Esto puede significar aprender nuevas habilidades, resolver problemas que antes contaban con la ayuda del fallecido o desarrollar nuevos roles.
4. Recolocación emocional del fallecido
Se trata de encontrar un lugar simbólico para el ser querido en la vida del superviviente, entendiendo que la persona fallecida seguirá siendo importante como recuerdo, pero no como una presencia física. Esto permite que el superviviente continúe con su vida sin sentimientos de culpa o deslealtad hacia la memoria del fallecido.
5. Examinar defensas y estilos de afrontamiento
Los estilos de afrontamiento son las acciones o recursos que una persona genera para superar la pérdida, estos pueden ser adaptativos (expresar, hacer deporte, hablar…) o desadaptativos (Evitar, aislamiento). Es importante tener en cuenta que algunos estilos de afrontamiento ‘’desadaptativos’’ como la negación de la realidad o el aislamiento, pueden resultar útiles al inicio, pero convertirse en desadaptativos si se mantienen de forma inflexible durante un tiempo. Es conveniente explorar formas alternativas de afrontamiento que ayuden a la resolución del duelo de forma satisfactoria.
Un proceso activo: Las tareas del duelo según Parkes y Neimeyer
El duelo no es un estado pasivo, sino un proceso activo que exige enfrentarse a desafíos emocionales, cognitivos y sociales. Según Parkes y Neimeyer, este proceso no sigue un orden rígido ni implica superar todas las tareas al 100%, pero sí representa un camino hacia la adaptación. Los desafíos principales incluyen:
1. Reconocer la realidad de la pérdida
Aceptar que la pérdida ha ocurrido y que es irreversible puede ser una de las tareas más difíciles. Este reconocimiento no ocurre de inmediato; es un proceso gradual donde la mente y el corazón trabajan para entender la ausencia.
2. Abrirse al dolor
Es natural querer evitar el dolor, pero para sanar, es necesario permitirnos sentir y procesar las emociones asociadas con la pérdida. Llorar, hablar sobre la persona fallecida o expresar la tristeza son formas de abrirse al dolor.
3. Revisar nuestro mundo de significados
La pérdida de un ser querido puede desestabilizar nuestras creencias y nuestro sentido de propósito. Este desafío implica reflexionar sobre cómo la pérdida afecta nuestra visión de la vida y tratar de encontrar un nuevo sentido o significado.
4. Reconstruir la relación con lo perdido
Aunque la relación física se ha terminado, es posible mantener una conexión simbólica con la persona fallecida. Esto puede incluir rituales, recuerdos o integrar su influencia en nuestras vidas de una nueva manera.
5. Reinventarnos a nosotros mismos
La pérdida cambia quiénes somos. Enfrentar el duelo implica redescubrirnos, redefinir nuestra identidad y aprender a vivir sin esa persona. Esto puede significar asumir nuevos roles o desarrollar nuevas perspectivas sobre nosotros mismos.
Adaptación y tiempo
El duelo es un proceso único para cada persona. La naturaleza de la pérdida, la relación con la persona fallecida, y los recursos emocionales y sociales influyen en cómo se vive y cuánto tiempo lleva adaptarse.
No existe un cronograma definido para superar el duelo. Es importante respetar el ritmo de cada persona y dar espacio al tiempo necesario para sanar. En este sentido, darse tiempo y permitirse vivir el proceso son aspectos clave para una recuperación saludable.
Conclusión
El duelo es una experiencia universal que, aunque dolorosa, puede conducir a un profundo crecimiento personal. Reconocer la pérdida, enfrentarse al dolor y trabajar en los desafíos emocionales, cognitivos y sociales son pasos esenciales para adaptarse a la ausencia de un ser querido. Aunque no hay un camino único ni un tiempo establecido para atravesar este proceso, con apoyo y paciencia es posible integrar la pérdida en nuestra vida, redescubrirnos y encontrar un nuevo equilibrio.
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